EL HERMANO JESÚS HOYOS, EL COMUNICADOR CIENTÍFICO DE LOS AMANTES DE LA NATURALEZA
Textos y fotografía por: Leopoldo García Berrizbeitia
Nacido entre el Mar Cantábrico y las montañas al norte de España en la otrora provincia de Santander el Hermano Hoyos, como le decimos los que tenemos el gusto de conocerlo, llegó a Venezuela, en 1945. Desde entonces, el Hermano Hoyos ha sido una de esas personas, que han hecho muchas cosas por el desarrollo de los venezolanos. Su incasable labor en la docencia, las Ciencias Naturales y la divulgación de la botánica en Venezuela han tocado varias generaciones de venezolanos. Su trabajo lo ha llevado desde la docencia a la investigación básica y hasta el trabajo editorial, demostrando así, que se puede ser investigador y comunicador a la vez. Siempre ha abierto la puerta a jóvenes divulgadores y entusiastas de la naturaleza a su afamada revista Natura, que desde su inicio, publicó los trabajos de la Fundación de Ciencias La Salle. Sobre sus páginas se han plasmado miles de artículos que cubren desde la geografia, la antropología hasta la botánica y la ecología en forma amena y fácil de entender por el público general.
Su gestión como docente y administrador empieza en el colegio La salle de Valencia donde fue profesor y director, Actualmente, se desempeña como Director de la Sociedad de Ciencias Naturales de la Salle y Editor de Natura. Como expedicionario se ha paseado los lugares más recónditos de nuestra geografía buscando material para engrosar las colecciones de plantas de la Salle y disponer de la información in situ de nuestra vegetación.
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Como si estas actividades no fueran suficientes, el Hermano Hoyos ha publicado 17 libros sobre la flora venezolana entre los que se destacan: Árboles de Caracas, Flora de la Isla de Margarita, Plantas Ornamentales de Venezuela y cuatro ediciones de Guía de los Árboles de Venezuela, Palmas de Venezuela y Frutales de Venezuela.
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Su interés en trabajar sobre la divulgación de la botánica lo ha hecho ser co fundador de la Sociedad Venezolana de Palmas y Sociedad Amigos del Árbol. Su gestión lo ha hecho merecedor de reconocimientos tales como: La Orden de Andrés Bello en Primera Clase, Orden Francisco de Miranda, Premio Nacional de Conservación Ambiental, Premio Nacional de Divulgación Científica y Reconocimiento como “Maestro de Botánica” por los asistentes al XV Congreso de Botánica. Para mi, la palabra “MAESTRO” tiene el mayor valor de todo lo antes mencionado y describe el trabajo más importante del Hermano Hoyos. Su sabiduría la lleva con humildad, sabe enfrentar criterios sin herir susceptibilidades y enseñando a la vez con inusitada elocuencia, guarda una sencillez difícil de encontrar estos días y es por esto, a pesar de que nuestros caminos han sido paralelos entre la botánica y la zoología, siento gran satisfacción en poder levantar el teléfono y hacerle cualquier pregunta, ya que se que en el otro lado de la línea hay alguien que me va a contestar sin ninguna mezquindad y con afecto.
La conservación y la extinción han sido temas de poca monta en los medios internacionales. Pocas veces ocupan la primera página de una revista o periódico de gran circulación o un canal de televisión popular y en Venezuela, no escapamos a estos hechos, es por esto, que acudo a mi amigo el Hermano Hoyos para preguntarle varias inquietudes que me vienen a la mente sobre este tema.
Si la relación del crecimiento de la población humana y la pérdida de hábitat y biodiversidad van tan ligadas una con la otra, ¿Hacia donde debemos orientar nuestros esfuerzos para tener un desarrollo sostenible?
La pregunta ameritaría un largo artículo. Trataré de sintetizarlo con algunos sencillos conceptos. El crecimiento de la población y de la producción mundial, combinado con los patrones de consumo insostenibles, ejerce una presión cada vez más severa sobre la capacidad de nuestro planeta de sustentar la vida. Este crecimiento debe permitir elevarla calidad de vida y el bienestar de la sociedad mediante un aprovechamiento sostenible, ambientalmente limpio, técnicamente apropiado y socialmente aceptable de la base de los recursos naturales, a fin de satisfacer las necesidades de las generaciones presentes y futuras.
Existen sobre la Tierra determinados recursos cuya destrucción constituye una reacción irreversible. Un monumento artístico, como el caso del deterioro de las pinturas de la capilla Sixtina, obra del inmortal Miguel Ángel, se pudo restaurar y dejarlas idénticas a las originales, para la admiración de la humanidad, pero la destrucción de un bosque húmedo tropical, como el existente en la región amazónica, es una destrucción para siempre; podrá reemplazarlo un pastizal o cultivo, pero el prístino bosque tropical habrá desaparecido para siempre.
La desaparición de una especie animal o vegetal, es una pérdida irreparable e irremplazable, por otra parte, muchas de esas recuperaciones de aguas, suelos y aire contaminados sólo se consiguen a fuerza de inyectar cuantiosas inversiones de capitales que resultan muy onerosas e imposibles para países pobres.
En su labor de docente, ¿Qué cambiarías en el currículo de Ciencias de la Tierra para hacerlo más cónsono con nuestras realidades locales y globales?
En los últimos años los autores y editores de Venezuela han hecho un gran esfuerzo por presentar al alumnado libros de textos relacionados con las Ciencias de la Tierra de forma más atrayente y con ejemplos sobre la fragilidad de los ecosistemas del país, además de afiches y programas audiovisuales. Este material era muy pobre hace unos 30 años en Venezuela, los grandes temas ambientales a nivel internacional como la explosión demográfica, la contaminación del agua, el efecto invernadero o calentamiento del planeta Tierra por diferentes gases, destrucción de los bosques y capa vegetal, la perdida de la biodiversidad, la capa de ozono atmosférico y la influencia de los rayos ultravioletas, son temas frecuentes en congresos y en textos escolares.
Para hacerlos más cónsonos con la realidad de Venezuela se debe implantar una educación ambiental de tipo práctico, por ejemplo que sepan procesar la basura como fuente de riqueza mediante el reciclaje. Que en su entorno, luchen contra la erosión de los suelos mediante la reforestación, el cuidado de parques, jardines como fuente de oxigeno etc. El pasar de la teoría a la práctica, principia por lo local: casa, escuela, barrio, población, etc.
Como editor de Natura ¿Como podemos hacer para que la divulgación de las ciencias naturales tengan un público mayor?
La “Revista NATURA”, es el órgano de divulgación científica de la Sociedad de Ciencias Naturales La Salle, esta se editó durante 50 años con temas venezolanos relacionados sobre el ambiente, su gente, su flora, fauna, ecosistemas, etc. Lamentablemente desde el año pasado no ha podido salir por los altos costos de impresión y la falta de ayuda de gobierno e instituciones particulares. La divulgación de la problemática ambientalista debe llegar a todos los niveles. En la etapa infantil y juvenil, el contacto con la Naturaleza es prioridad; la visita a un parque, a un jardín botánico, zoológico etc., siempre con un guía, es algo imborrable. La alternativa de hacernos accesibles por un medio como lo puede ser internet, nos permitirá continuar nuestra labor educativa mientras obtenemos los fondos para continuar con nuestros medios más tradicionales de divulgación como revistas, folletos y libros.
¡Si pudieras vivir cien años más que te gustaría publicar en el 2100?
A lo largo de mi vida, he tratado de abrir una trocha sobre el tema ambiental, principalmente sobre la flora venezolana, que he tratado de ilustrar con fotos a todo color para mejor conocimiento.Mi ilusión es que los que vengan detrás transformen la trocha en amplio camino e, incluso, en autopista ambiental venezolana.
¿Qué les pedirías a los venezolanos actuales hacer por el desarrollo del país, que como custodios de nuestros recursos debería resguardar para generaciones futuras?
Mi mensaje está orientado a recordar a todos, particularmente a los venezolanos, que en la nave espacial llamada Tierra, continuará la vida durante muchos siglos más, pero de nosotros dependerá que su calidad sea idónea para que la especie humana pueda desarrollar todas sus facultades. Al contaminar el ambiente estamos degradando la calidad de vida de la humanidad y corremos en riesgo de la propia destrucción del ser humano. Somos habitantes de esta delgada capa de la superficie terrestre y de la atmósfera que forman la llamada biosfera, a la cual debemos cuidar.
Con estas preguntas culminamos una breve entrevista alguien quien en forma incansable ha trabajado y sigue trabajando por la divulgación de la botánica y las ciencias naturales de Venezuela.
